- Percepción espacial, situación y orientación:
La relación que empieza a contemplar el niño/a con su propio cuerpo y con su propio mundo será el principio para poder experimentar y poder observar su exterior, significativamente, a otros seres y a los objetos de su alrededor. Cuando somos bebés pasamos de la posición horizontal, a sostener la cabeza, el tronco, voltear, etcétera, hasta empezar a caminar y es ahí, cuando se nos abre un mundo completamente repleto de nuevas experiencias y sensaciones. De esta forma el niño llega a conocer su alrededor de forma activa y directa a través de la total exploración y manipulación con su entorno.
Otro momento muy importante, es cuando los niños y niñas comienzan a hablar, ya que, al intervenir la palabra hará que tome conciencia de su espacio, lo que significa que empezará a darle significado a todo lo que tiene a su alrededor, adquiriendo así su nivel de percepción y el entendimiento de su mundo exterior. A medida que, su proceso evolutivo se va afianzando se van creando necesidades para orientarse correctamente a través de su espacio físico, y del cual necesitamos una adecuada orientación corporal que será la que asienta los pilares para el desarrollo futuro de la lateralización.
Podemos decir que el niño/a a través de todas estas vivencias podrá moverse por su espacio de forma intencionada, dando gran proyección e importancia a la seguridad otorgada por los adultos y a su relación afectiva y emocional con estos, porque será un pilar importante para que ellos tengan la auto-confianza de poder moverse libremente. También entrará en juego el deseo de sus intereses por descubrir aquello que le rodea y la capacidad de superación que este tenga consigo mismo, dando como resultado el ajuste de su cuerpo con el espacio.
Igualmente la función simbólica es muy importante para su adecuado desarrollo, ya que aportará nuevas perspectivas en la percepción de un espacio y de su propio cuerpo, cuando todo esto llegue a su engranaje se podrá hacer un relación congruente dando la bienvenida a la representación mental, tan importante para poder tener una percepción espacial potenciadora.
Muy relacionada con la percepción espacial, es decir, el conocimiento físico y social de su entorno, también queremos explicaros la percepción temporal.
Según los estudios de Piaget (1978), los niños entre los 0 y los 6 años construyen las categorías temporales con el tiempo vivido.
Es decir, en edades tempranas es complejo comprender el concepto de tiempo porque la noción temporal es un concepto abstracto, y por tanto difícil de asimilar, ya que no es algo perceptible a los sentidos.
Por ello, para desarrollar la percepción temporal hemos utilizado fundamentalmente juegos de orientación temporal en las clases de educación física, compuestos de juegos de ritmo y juegos para diferenciar velocidades.
Finalmente, cuando hablamos del ritmo siempre nos viene a la cabeza todos aquellos movimientos que van acompañados de música, pero el ritmo no es solo eso, es movimiento del cuerpo, es fuerza, es duración, tiempo, etcétera. Hay ritmo en todo lo que nos rodea, el pasar del tiempo, las rutinas, el ritmo es vida.
El ritmo es natural, es instintivo, se experimenta a través de los movimientos y se van perfeccionando con la repetición y adquiriendo conciencia de ellos a través del lenguaje, haciendo posible su fijación por medio de sonidos, de allí la importancia de acompañar estos aprendizajes con música. Los niños y las niñas evolucionan motrizmente, empezamos sosteniendo la cabeza, después el volteo, el gateo, los primeros pasos, la carrera, los saltos, etcétera. Por lo que es importante partir del movimiento natural para educar el instinto rítmico. Y es por medio del movimiento que adquirimos la conciencia del espacio y del tiempo.